María I es coronada Reina de Inglaterra e Irlanda

Todo el mundo debe haber oído hablar del nombre Bloody Mary. En Gran Bretaña, el reflejo más directo de este nombre es el de la reina María I de la dinastía Tudor. Aunque Gran Bretaña parece haber tenido siempre la heredera tradicional al trono de la Reina, María I, su camino hacia el trono fue bastante accidentado. Vayamos a ver lo siguiente.

María I, Reina de Inglaterra e Irlanda. Fue la cuarta monarca de la dinastía Tudor y una católica extremadamente devota.

Su historia principal es que intentó restaurar Inglaterra del protestantismo al catolicismo romano. Para ello, ejecutó a casi 300 oponentes. Se llama Bloody Mary. Desde entonces, Bloody Mary se ha convertido en sinónimo de brujas en inglés. Pero sus políticas religiosas fueron revocadas en gran medida por su sucesora, Isabel I.

En 1553, María derrocó el gobierno de la reina Jane Grey, la decapitó y estableció un gobierno católico. Fue su infeliz juventud lo que la llevó a su resentimiento hacia el protestantismo y su temperamento violento.

Se casó con su sobrino, el rey Felipe II de España, fortaleciendo el poder católico a través de este matrimonio impopular, pero el novio apenas había vivido en Inglaterra y por lo tanto no tenía descendientes. Entonces, en 1558, después de la muerte de la reina María, su hermana, la princesa Isabel, se convirtió naturalmente en reina de Inglaterra e Irlanda.

Casi al mismo tiempo, existió otra reina llamada María Estuardo, nieta de María Reina de Escocia. Finalmente murió a manos de su prima Isabel I.

Después de que terminó su reinado, la protestante Isabel I ascendió al trono, poniendo fin al dominio católico.

Aunque la vida de María I no fue perfecta, su carácter intransigente finalmente dejó su pasión por el catolicismo en los libros de historia y se convirtió en la primera reina de la historia británica. De su experiencia podemos ver cuán esquiva puede ser la opinión pública. Como decían los antiguos, el agua puede arrastrar un barco, pero también puede volcarlo. Si la opinión pública es buena, eres la reina de la sabiduría eterna, al igual que Isabel I. Si no lo sabes, terminarás en la situación de Bloody Mary, un fantasma femenino sediento de sangre del folclore.