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Chen Jieyang de la Escuela Primaria Central Dayi
Desde el primer grito cuando el melón cayó al suelo, hasta un niño ignorante, desde el ayer juvenil y frívolo hasta el presente sensato y valiente; .
Pero nuestros padres han envejecido sin saberlo. Nuestro arduo trabajo y nuestra vida sencilla nos han traído una vigorosa vitalidad; las vicisitudes de nuestros rostros y nuestras patillas grises son todas huellas de los años despiadados.
Crecer es una responsabilidad.
Crecer significa que tenemos que afrontar y soportar solos todo lo que nos rodea.
No importa si es dulce o amargo, porque nos hemos vuelto sensatos, ya no somos los niños traviesos que alguna vez actuaban con coquetería en los brazos de nuestros padres.
Cuando te encuentras con algo triste cuando eras niño, puedes llorar bien delante de tus padres, y luego darte la vuelta y olvidarte de ello, sin dejar rastro.
Cuando estás preocupado ahora, solo puedes enterrarlo en tu corazón, sonreír tanto como puedas y no mostrar ninguna pista, porque tienes miedo de que si se enteran, serán más. ansiosos que nosotros, añadiendo preocupaciones innecesarias.
Cuando éramos niños, para atraer las miradas envidiosas de los niños que nos rodeaban, siempre llorábamos y molestábamos a nuestros padres para que compraran esto y aquello para satisfacer nuestros pequeños deseos y vanidad.
Ahora que no tengo dinero, no siempre puedo pedir dinero y no sé cómo pedirle dinero a mi familia. Siempre existe un sentimiento de culpa por gastar dinero frívolamente.
¿Alguna vez has pensado que los pedazos que tenemos en nuestras manos sólo se pueden obtener a través de su arduo trabajo frente al loess y el cielo?
Cuando era niño, nunca supe lo pequeño que era y nunca supe si me importaba. Mis padres siempre hablan demasiado y se vuelven demasiado molestos. Nunca escucho un consejo y simplemente sigo mi propio camino.
Hoy en día, encontramos que regañar es una forma de cuidado y amor. Siempre son codiciosos y silenciosamente ahuyentan todas las contracorrientes que nos rodean.
Cuando éramos niños, nuestras quejas internas restringían demasiado nuestra libertad. Siempre estábamos tratando de extender nuestras alas, tratando de salir de la jaula y volar hacia un mundo exterior libre y maravilloso.
Ahora, por fin entiendo que el hogar es el único puerto donde nuestras almas pueden aparcar. No hay grandes presiones laborales ni preocupaciones de la vida, ni intrigas sobre el dinero y el poder.
Lo que tienes es un cariño y un amor familiar infinito, innato y de entrega constante.
Desde pequeños hemos soportado demasiado amor y sudor de nuestros padres, y hemos condensado innumerables preocupaciones y lágrimas.
Ahora tenemos la responsabilidad y la capacidad de afrontar todos los contratiempos y dificultades solos, y ya no podemos permitir que compartan nuestras preocupaciones y preocupaciones por nosotros.
Porque van envejeciendo con el paso del tiempo y no pueden soportar más viento y lluvia...