Mi madre ha trabajado duro la mayor parte de su vida. Sólo sé que ella siempre será mi puerto cálido. Hay comida que me encanta comer, pero sólo puedo actuar de forma coqueta, obstinada y engañar delante de mi madre. No fue hasta que mi madre enfermó que me di cuenta de que tenía 71 años y que debería haberla dejado disfrutar de su vejez hace mucho tiempo. Pero no la hice feliz en su vejez. Lo lamento, pero no me arrepiento.
Mamá, fui desobediente cuando era niña y te hacía enojar. Me equivoqué. Ahora lo entiendo, pero ya es demasiado tarde. Resulta que cada vez que vuelvo a casa me preguntarás qué como en cada comida. A menudo soy impaciente, pero ahora que no puedes hablar, nadie más me preguntará. Me sentí como un paria. Cuando era niña, hacía un poco de frío cada otoño. Me ponías una chaqueta gruesa de algodón y pantalones, pero lloraba hasta morir. La artritis me está causando mucho dolor ahora. Es cierto que si no escuchas las palabras del anciano, enfrentarás problemas inmediatos.
En el Día de la Madre tengo muchas ganas de regalarte una dosis de elixir para ayudarte a recuperarte lo antes posible. Mientras todavía tengas dientes, quiero llevarte a comer lo que quieras, que no necesariamente serán delicias de la montaña y del mar, mientras aún puedas caminar, te llevaré a los lugares a los que quieras ir, que tal vez no; necesariamente serán montañas y ríos famosos; charlando contigo mientras hablo, incluso escuchando tus quejas quiero tomar tu mano para dar un paseo, cuando todavía sabes que soy tu hija... pero ya es demasiado tarde. Estás enfermo y sufres una enfermedad. Me equivoqué y mi conciencia me condenó. Mamá, al ver tu mirada débil y demacrada, no puedo hacer más que sentirme triste y arrepentido.
Sé filial lo antes posible, no demasiado tarde, dejando atrás los arrepentimientos.