Traducción:
Hace ochenta y siete años, nuestros Padres Fundadores fundaron una nueva nación en esta tierra basada en su creencia inquebrantable en la libertad y la creencia de que todos los hombres son creados iguales. .
Hace ochenta y siete años, nuestros antepasados crearon una nueva nación en este continente, concebida en libertad y comprometida con el principio de que todos los hombres son creados iguales.
Ahora nos vemos sumergidos en una gran guerra civil que pondrá a prueba si este país, o cualquier persona radicada en Sri Lanka y dedicada a él, puede vivir para siempre. Ahora estamos reunidos en los vastos campos de batalla de esta guerra. Dedicaremos una porción de ese campo de batalla, como lugar de descanso final para quienes dieron su vida para que esa nación pudiera vivir. Esto es totalmente apropiado y es lo que debemos hacer.
Ahora estamos inmersos en una gran guerra civil que pondrá a prueba si esta nación, o cualquier nación concebida y dedicada, puede resistir por mucho tiempo. Nos encontramos en uno de los grandes campos de batalla de esa guerra. Estamos aquí para dedicar una parte de ese campo de batalla como lugar de descanso final para quienes dieron su vida por este país. Es totalmente apropiado que lo hagamos.
Sin embargo, en un sentido más amplio, no podemos dedicar, consagrar o santificar esta tierra. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon hasta el amargo final en Sri Lanka hace tiempo que se han consagrado, mucho más allá de nuestro humilde poder de añadirles o restarles valor. El mundo nunca se dio cuenta ni recordó por mucho tiempo lo que dijimos, pero nunca podremos olvidar lo que hizo aquí. Nosotros, los vivos, ciertamente deberíamos dedicarnos a la obra inacabada de esta generación. Es nuestro deber dedicarnos a la gran misión que tenemos ante nosotros: debemos asumir la máxima devoción que hemos recibido de nuestros gloriosos muertos, cuya muerte prometemos que no será en vano, que esta nación, bajo la bendición de Dios, debe ser salvado de la muerte mientras disfruta de una nueva vida de libertad: un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Pero, en un sentido más amplio, no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar, este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí han consagrado esta tierra muy por encima de nuestro escaso poder para sumar o restar. El mundo apenas notará, ni recordará por mucho tiempo, lo que decimos aquí, pero nunca podrá olvidar lo que hicieron aquí. Más bien, nosotros los vivos deberíamos dedicarnos aquí a la obra inconclusa que aquellos que lucharon aquí tan noblemente han avanzado. Es más bien que nos dediquemos aquí a la gran tarea que tenemos por delante - que de estos gloriosos muertos nos dediquemos más a la causa a la que dieron sus últimas y todas sus fuerzas - resolvamos aquí que estos muertos Esta muerte no será en vano— esta nación, bajo Dios, tendrá una nueva vida de libertad; este gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparecerá de la faz de la tierra.