Al vivir en el mundo, emprendemos el viaje con la sangre de la juventud. Nuestra juventud continúa. No importa cuántas espinas tengamos, correremos hacia adelante con la llama de la fe y cruzaremos el precipicio. Incluso si llueve y nieva todo el tiempo, nuestros sueños persistirán. Incluso si corres en la noche más oscura, debes tener la sangre más caliente. Con tesón e ilusión avanzaremos con valentía hacia nuestros sueños.
Dondequiera que se puedan medir pasos, eventualmente se alcanzarán los sueños. Vivamos en una época próspera con la luz de la fe y el coraje de trascender constantemente y de la autorrevolución. Cuando estemos a la altura de nuestra edad próspera, nuestra juventud estará a la altura de nuestras expectativas y amor.