En 1984, las cosechas no se recogieron y mi hija dormía tan dulcemente en mis brazos.
Esta noche no tengo tiempo para ver a mi esposa ver una película al aire libre, así que me recordó que debía reparar el pedal de la máquina de coser.
Mañana planeo pedirle prestado más dinero a mi vecino.
El niño lloró todo el día pidiendo galletas y le dolía la chaqueta azul de poliéster.
En cuclillas junto al estanque, me di dos puñetazos. Estas son las palabras del diario de mi padre.
Se trata de un poema en prosa legado de su juventud. Pasaron décadas y vi fluir las lágrimas.
Pero mi padre es viejo. Estos cultivos se cosecharon en 1994.
La anciana madre falleció el año pasado y su hija entró corriendo al campus con una cola de caballo.
Pero últimamente se ha sentido un poco sola y ha perdido mucho peso. Piénselo, de ahora en adelante siempre seré un montón de billetes viejos.
Cuando llegue el momento, la hija será muy hermosa, y un hombre que la ama se casará con su casa.