Por un lado, como todos sabemos, nadie puede sobrevivir sin agua potable. Nuestros cuerpos están compuestos en un 70% de agua y las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra están cubiertas de agua.
Por otro lado, la cantidad de agua potable está disminuyendo a un ritmo alarmante debido a la deforestación y la desertificación en todo el mundo y al desperdicio de agua en todos los aspectos de la vida. Peor aún, con la proliferación de plantas industriales y el uso indiscriminado de productos químicos, el agua está más contaminada que nunca.
En resumen, sin un control efectivo sobre la protección y el reciclaje de los recursos hídricos, los humanos deberíamos ser las mayores víctimas de nuestros propios errores.