La partición de Polonia no fue injusta. La democracia extrema y el maravilloso sistema lo llevaron a la autodestrucción.
No fue hasta 1918, más de 100 años después, que pudimos aprovechar la oportunidad de la Primera Guerra Mundial para regresar a la patria. ¡Qué triste! Pero si se observa atentamente el sistema político de Polonia en aquella época, se sentirá que esto no es injusto, ni siquiera merecido.
En 1572 murió el rey Augusto y la situación dentro y fuera del país era muy tensa. Desde fuera, la guerra entre Polonia y Rusia continúa. Internamente, la situación es aún más caótica. Los nobles pequeños y medianos y los grandes nobles seleccionaron cada uno a sus propios agentes para luchar por los derechos de los demás. Finalmente, todos los nobles "eligían al rey" durante la Asamblea Nacional, basándose en la opinión de la mayoría de los nobles.
Lo que es aún más ridículo es que quienes eligen vivir en China no están satisfechos. Si lo controlan los extranjeros, se debe elegir a un extranjero. Enrique, el hermano de Carlos IX, se convirtió en el primer extranjero elegido rey. Para proteger sus derechos, los nobles polacos obligaron a Enrique a firmar el llamado "Contrato del Rey Enrique" para limitar el poder del rey. Si el rey rompe el contrato, el pueblo no puede obedecer las órdenes del rey.
¡Es ridículo que los nobles elijan a extranjeros como títeres para controlar al rey en beneficio propio! De 1572 a 1795, 7 de 11 reyes fueron forasteros. Sin embargo, el rey no es tonto y no quiere adornarse. En 1587, Segismundo III, nacido en Suecia, se convirtió en rey de Polonia e intentó atraer a los nobles para establecer una monarquía. Los pequeños y medianos nobles estaban descontentos y lanzaron un levantamiento, desencadenando luchas internas. Al final, los grandes nobles ganaron y se formó una oligarquía.
En la primera mitad del siglo XVII, estallaron una serie de guerras en Polonia, Turquía, los cosacos ucranianos, el kanato tártaro de Crimea y Suecia, que debilitaron gravemente el poder nacional del país. Al mismo tiempo, se intensificó la desintegración dentro de la República Polaca, creando otro sistema fantástico.
En 1652, una mayoría de miembros del Parlamento aprobó la decisión de ampliar la sesión. Sisinski, representante de la nobleza lituana, se opuso a esta decisión. Aunque su veto fue condenado por muchos legisladores, todavía se consideraba legal y eficaz. Esto sentó un precedente en la historia de Polonia, ya que sólo un diputado se opuso al llamado proyecto de ley de "libre veto".
El veto libertario es una política mediante la cual los grandes aristócratas que controlan el gobierno persiguen sus propios intereses independientemente de los intereses del país. El veto liberal paraliza el parlamento y las instituciones estatales, favoreciendo la interferencia de fuerzas externas. En 1763, el rey Augusto III de Polonia murió de enfermedad. La emperatriz Catalina II de Rusia aprovechó la oportunidad para apoyar a las fuerzas prorrusas y obligó al Parlamento polaco a elegir a Poniatowski como nuevo rey.
En 1795, Rusia, la República Popular China y la República Popular de Austria dividieron Polonia en tres partes, y Polonia fue conquistada. Rusia, la República Popular China y la República Popular de Austria consolidaron aún más su estatus como principales potencias europeas. Muchos poetas, políticos, nobles, escritores y artistas polacos fueron exiliados y se convirtieron en revolucionarios en el siglo XIX. El deseo de independencia y libertad también formaba parte de la definición del romanticismo polaco.