La contaminación atmosférica se refiere a la presencia de contaminantes en la atmósfera que afectan la salud humana y el entorno ecológico. Estos contaminantes son emitidos directa o indirectamente al aire por actividades humanas, como los gases de escape de los vehículos de motor, los gases residuales industriales, los aerosoles agrícolas y la quema de desechos sólidos. Estos contaminantes se condensan en una densa niebla o neblina en la atmósfera, causando graves daños a la calidad del aire y a la salud humana.
La contaminación de la atmósfera causará muchos daños, como amenazas a la salud humana, destrucción de la capa de ozono, cambio climático, pérdida de biodiversidad, etc. Entre ellos, la destrucción de la capa de ozono tiene el mayor impacto en los humanos. Una vez destruida la capa de ozono, los rayos ultravioleta irradiarán la superficie de la tierra el doble y, en consecuencia, aumentará el daño a los seres humanos y los animales. Además, la contaminación del aire también puede provocar un clima neblinoso, lo que dificulta la respiración del aire, afecta la salud humana y es especialmente perjudicial para grupos vulnerables como los bebés y los ancianos.
Cada uno de nosotros debería partir desde nuestra vida diaria para reducir la contaminación atmosférica. Como utilizar el transporte público, reducir la distancia de conducción, etc. Además, los departamentos gubernamentales locales deben fortalecer el control de la contaminación del aire, rectificar las empresas contaminantes y formular normas estrictas sobre emisiones de contaminantes del aire. Al mismo tiempo, también fomentamos el fomento del uso de energías limpias, como la solar, la eólica, la hidráulica, etc., y reducimos el uso de energías altamente contaminantes como el carbón. Sólo cuando cada uno de nosotros preste mucha atención al problema de la contaminación del aire podremos proteger nuestro entorno ecológico y nuestra salud física.