Pero Ned Land no se equivocó. Todos vimos a qué apuntaba su dedo. A unos 370 metros a estribor del Lincoln, el mar parecía iluminado por la luz del fondo del mar.
Esta luz no es una fosforescencia ordinaria, nadie puede confundirla. Este monstruo, a pocos metros bajo la superficie del agua, emite una luz muy fuerte y misteriosa, como señalaron algunos capitanes en sus informes. Esta luz particularmente brillante debe provenir de alguna fuerza luminosa enorme. La parte luminosa forma un enorme óvalo sobre el mar, muy largo. El centro de la elipse es un foco candente que emite una luminosidad discreta que se desvanece gradualmente, como si fuera a extinguirse.