Justo después del Festival de Primavera de 2015, mi amante, que había compartido alegrías y tristezas conmigo durante más de diez años, falleció repentinamente mientras trabajaba horas extras durante un mes.
¡Se me cae el cielo!
Sabes, desde que mi compañero de secundaria se graduó de la universidad, formó una familia y tuvo hijos, él ha sido el apoyo más importante en mi vida. Su amabilidad, seriedad, constancia, calidez, su habilidad en la cocina, su constancia... el destino me hace estar libre de preocupaciones gracias a él.
Después de que él se fue, frente a un par de niños pequeños e ignorantes y al amor familiar, todas las cargas recayeron repentinamente sobre mis hombros. Otros pueden parecer fuertes, pero en realidad están en un estado "estúpido" todo el día. No sé cómo asumir la importante tarea de educar a los niños y me siento mareado en la oscuridad.
La crueldad de la vida y la rebelión de mi hijo me dan ganas de llorar. Muchas veces maldigo a Dios en mi corazón por el injusto destino de no tener ojos. La sensación inquebrantable en mis huesos me hizo empezar a buscar la luz que pudiera guiarme hacia adelante.
Ese día, a finales de marzo de 2017, entré a la clase de “Gestión emocional” del profesor Huiwen, que duró dos días y una noche. Por primera vez en más de 40 años, me di cuenta de que podemos gestionar nuestras emociones en lugar de dejarlas fluir. Me sorprendió el marcado contraste entre las fotografías de niñas voluntarias con crecimiento inverso antes y después de diez años. Al escucharla compartir la historia de su vida, en ese momento anhelaba crecer para ser como ella. La primera noche, me inscribí en el curso completo, junto con la determinación de dos niños que inspiraron el campamento. Casi 50.000 yuanes, el primer gasto importante que manejé en mi vida (nunca me preocupé por gastar dinero cuando él estuvo aquí, pero después de que se fue, no pude ser frugal), se completó en un abrir y cerrar de ojos.
Mirando ahora en retrospectiva, lo que inicialmente me atrajo fue que el profesor Yang dividió la educación Gestalt en tres etapas: escuela secundaria y preparatoria. Aunque durante mucho tiempo no pude entender quién estaba al frente de la remodelación y la danza de la vida, es innegable que fueron estas tres etapas las que tocaron la fibra sensible de mi corazón y me impulsaron a embarcarme resueltamente en el camino Gestalt.
¿Quizás esta es una ventana que Dios cerró para mí y abrió para mí?