2 Proporciona condiciones y oportunidades independientes para el desarrollo de los niños. Para cultivar la independencia de los niños, debemos liberar sus manos y pies y dejarles hacer lo que necesitan y lo que pueden hacer. No importa si a los niños no les va bien o no lo manejan satisfactoriamente. Algunos padres siempre tienen miedo de que a sus hijos no les vaya bien y están acostumbrados a hacerlo todo. , acostumbrado a hacer gestos, siempre mirando y recordándole al niño con preocupación, o simplemente despejando obstáculos para allanarle el camino. Tales actitudes y prácticas restringen de forma natural o semiinconsciente las manos y los pies de los niños y obstaculizan el desarrollo de su independencia.
3 Enseñar a los niños los conocimientos y habilidades para trabajar de forma independiente. Los niños no sólo deben tener una conciencia independiente, sino también los conocimientos y habilidades correspondientes, y estar dispuestos a hacer cosas y trabajar. Por ejemplo, cómo vestirse, cómo lavarse las manos, cómo recoger verduras, cómo lavar los platos, barrer el suelo y limpiar la mesa, todas estas enseñanzas se llevan a cabo en la vida diaria. Pero la independencia también se refleja en el aprendizaje, la comunicación, etc. de los niños. Los padres deben enseñar a sus hijos a completar juegos y tareas de aprendizaje para que puedan interactuar con sus compañeros. Cuando los niños tengan disputas con sus compañeros, enséñeles varios métodos eficaces para resolverlas. contradicción.
4 Deja que los niños tomen sus propias decisiones. Su toma de decisiones es un aspecto muy importante del desarrollo independiente y debemos cultivar la capacidad del niño para tomar decisiones por sí mismo. Los asuntos de los niños deben ser pensados y decididos por los propios niños. ¿Dónde están los juguetes? ¿Ángulo del juego y cómo organizarlo? ¿Quién está jugando? ¿Qué jugar? En el caso de estos niños, los padres no toman decisiones, sino que dejan que los niños usen su cerebro para encontrar formas de tomar decisiones. Los padres pueden ayudar a sus hijos a analizar y guiarlos para que tomen decisiones, pero no deben interferir, no tomar el control y tomar decisiones en nombre de sus hijos.