El director Peter Jackson nos sumerge en una batalla contra arañas gigantes, orcos y el villano definitivo, Smaug el Dragón.
Los combates son viscerales, físicos y, en ocasiones, divertidos. Muestran los mejores puntos fuertes técnicos de la película: criaturas imaginarias cobran vida, mundos de ensueño se materializan y secuencias impresionantes que demuestran lo versátil que se ha convertido el director de acción Jackson.
Smaug luce increíble y la voz de Benedict Cumberbatch aumenta la emoción y el terror. Por supuesto, el monólogo de Smaug con Bolsón es lo más destacado, incluso si la película dedica casi media hora a una acción monótona e intrascendente antes de apresurarse a llegar a su conclusión.
El Hobbit: La desolación de Smaug es una elección perfecta para los fans que disfrutan de efectos especiales y secuencias de acción de alta calidad ambientadas en escenarios de fantasía. Pero comparado con cualquier capítulo de la trilogía de El Señor de los Anillos, parece un poco vacío.
La trilogía de El Señor de los Anillos no se trata sólo de acción y acontecimientos. Habla de amistad y coraje, y sus personajes a menudo capturan nuestros corazones. "El Hobbit" se queda corto en términos de caracterización y desarrollo de la historia, y no proporciona una razón real para que nos preocupemos por el éxito del viaje de Bolsón y los enanos.
En otras palabras, "El Hobbit: La desolación de Smaug" ya es mejor que "El Hobbit: Un viaje inesperado". Esperemos que el capítulo final del próximo año ofrezca algo realmente espectacular; de lo contrario, la trilogía de El Hobbit podría ser recordada como una nota a pie de página de uno de los mayores logros cinematográficos de nuestro tiempo.