La reina les dice a sus cazadores que maten a Blancanieves. El cazador llevó a la niña a un bosque. Pero el amable hombre no la mató. En cambio, mató un oso, le sacó el corazón y se lo llevó a la reina.
La pobre Blancanieves caminaba sola por el bosque. Ella siguió caminando. Finalmente, vio una pequeña casa. Ella entró y se limpió. Luego comió algo y se fue a la cama.
Estaba oscuro. El dueño de la casita ha vuelto. Son los siete enanitos. Cuando abrieron la puerta, encontraron la habitación limpia y ordenada. Gritaron uno tras otro.
“¿Quién se sentó en mi silla?”
“¿Quién comió de mi plato?”
“¿Quién tomó mi pedazo de pan”
"¿Quién se comió algunas de mis verduras?"
"¿Quién usó mi tenedor?"
"¿Quién cortó a quién con mi cuchillo? ?"
"¿Quién bebió de mi vaso?"
"Alguien visitó nuestra casa."
Entonces apareció la encantadora Blancanieves.
"¿Quién eres?"
"Soy Blancanieves. Mi madrastra quiere matarme. No tengo hogar. ¿Puedo quedarme contigo?"
"Por supuesto, de nada."
A partir de entonces vivieron juntos felices.
"Espejo, espejo en la pared, ¿quién es la más bella entre nosotros?"
"Oh, eres una hermosa reina, pero Blancanieves es más hermosa que tú. Sobre el colina, muy lejos, hoy vivía con siete enanos”
La reina estaba muy enojada. Llegó a la cabaña y le dio a Blancanieves una manzana envenenada. Blancanieves le dio un mordisco. Al instante, ella pareció muerta.
Los siete enanitos estaban muy tristes. La colocaron en un ataúd de cristal. Los siete lloraron a su alrededor durante tres días.
Unos días después, un príncipe vio a Blancanieves en el ataúd de cristal. Se dijo a sí mismo: "Nunca había visto una niña tan hermosa."
Entonces le preguntó al enano:
"¿Puedo llevarla a casa?"
"Está bien", coincidieron los enanos.
El príncipe pidió a sus hombres que llevaran el ataúd a su palacio. Pero tropezaron en el camino. La manzana venenosa salió de la boca de Blancanieves. ¡Se sentó!
"¿Dónde estoy?", preguntó Blancanieves.
"Estás conmigo, cariño", respondió Price. "¿Quieres ser mi esposa?"
"Sí, lo quiero", respondió Blancanieves con una dulce sonrisa.
Se convirtieron en marido y mujer y vivieron felices para siempre.
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