Las claras flores de loto y ciruelo yacen suavemente bajo la lluvia, y la lluvia recoge el loto. El arroyo de flores está lleno de embriaguez y la niebla es una cortina que perdura. Aunque no hay jade, ni cantos ni bailes, la paz y tranquilidad que posee * * * no es solo un estado mental puro y hermoso, sino también un envidiable espíritu de hada del pato mandarín.
Los anillos anuales de la vida están grabados con demasiados altibajos. Esos anhelos como loto se despliegan lentamente en el lago de tu corazón. Tu ternura es el pueblo de agua en mi sueño. El tiempo vuela como un caballo blanco y en un abrir y cerrar de ojos nos conocemos desde hace casi dos años. La sensación de frescura y alegría revelada en tus palabras siempre toca hilos similares, intencionalmente o no, dándote la sensación de estar en el mismo mundo.
O tal vez tú y yo estábamos al borde del amor en la vida anterior, obsesionados con esa deformidad única. Aunque es una experiencia diferente de impotencia, desilusión y profunda soledad que a menudo llegan a mi corazón en la vida, siento el mismo dolor. ¿Pero sabes qué? Cada vez veo la tierra árida en esas empobrecidas zonas montañosas. Los niños que quedaron atrás y los ojos vacíos y en blanco de Mo Ran se sintieron afortunados desde el fondo de sus corazones. Por otro lado, quizás el sufrimiento sea también un regalo de la vida, que nos permite convertirnos en el paisaje más bello del mundo. Cuenta la leyenda que si un hermoso ángel de la guarda lo cuida durante toda su vida, será feliz para siempre. Entonces, cariño, seamos los ángeles guardianes de cada uno y seamos felices para siempre.
Puentes, agua corriente, colinas verdes, casas de madera... Cuando tú trabajas, tú tejes ropa y yo cultivo. En mi tiempo libre, escuchaba el sonido de la lluvia en el violín, acompañado de la flauta, y el sonido impecable llenaba el tranquilo valle. En ese momento, tú y yo no necesitábamos hacer contacto visual. Dios y el entendimiento tácito se funden en uno, conmovido y cálido, el alma poco a poco se calma, apoyándose en el puerto de la felicidad, disfrutando del flujo y reflujo, atravesando el viento y la lluvia, el sufrimiento y el * * *. Cuando el sol sale y se pone, tú y yo hacemos un voto inmutable: toma mi mano y envejecerá contigo.