Anónimo
La historia se desarrolla en Edimburgo.
Un día hacía mucho frío y me paré frente al hotel charlando con un compañero.
Se acercó un niño, vestido solo con una camisa delgada y rota, su rostro delgado estaba azul por el frío y sus pies descalzos estaban rojos por el frío. Nos dijo: "¡Señor, compre una caja de cerillas!""
"No, no tenemos. "Mi colega dijo.
"¡Una caja de cerillas solo cuesta un centavo! " suplica el pobre niño.
"Pero no necesitamos cerillas. "Le dije.
El niño pensó por un momento y dijo: "Puedo venderte dos cajas por un centavo. ”
Para evitar que me molestara, accedí a comprar una caja, pero cuando saqué el dinero, descubrí que no tenía cambio conmigo, así que le dije. , "Lo compraré mañana". ”
“¡Por favor compre ahora! ¡Señor, me muero de hambre! "El niño suplicó: "Te daré cambio. "
Le di un chelín y él se dio la vuelta y se escapó. Después de esperar mucho tiempo, no regresó. Pensé que podrían haberlo engañado, pero al mirar la cara del niño y su expresión confiada, concluí que no era ese tipo de persona.
Por la noche, el empleado del hotel dijo que trajeron a un niño pequeño. Descubrí que no era un vendedor de cerillas, pero. Me di cuenta. Era el hermano menor del niño. El niño buscó entre la ropa andrajosa durante un rato y luego preguntó: “Señor, ¿es usted el caballero que le compró las cerillas a Sandy? ”
“Sí. "
"Aquí están los cuatro centavos que recuperaste de tu chelín". El niño dijo: "Sandy está herida y no puede venir. Un carruaje lo atropelló y lo atropelló. Le faltaba el sombrero y se perdían sus partidos. Me pregunto adónde fueron a parar los siete peniques. Tal vez muera..."
Dejé que el niño comiera algo y lo seguí para ver a Sandy pronto. Sólo entonces supe que eran huérfanos y que sus padres habían muerto hacía mucho tiempo. La pobre Sandy era acostada en la cama Cuando me vio, dijo con tristeza: "Cambié el cambio y volví corriendo. Me atropelló un carruaje y me rompí la pierna. "Me voy a morir. Pobre Libby. ¡Mi querido hermano! ¿Qué harás si muero? ¿Quién cuidará de ti?"
Tomé la mano de Sandy y le dije: "Yo Siempre cuidaré de la pequeña Libby".
Sandy escuchó y me miró como si estuviera agradecida. De repente, la luz de sus ojos desapareció. Él ya está muerto.
A día de hoy, ¿quién puede leer esta historia y no conmoverse? Las hermosas cualidades de Sandy, que sufrió hambre y frío, siempre tocarán el corazón de la gente.