Frases clásicas de los discursos de profesores jubilados

Las frases clásicas de los discursos de los profesores jubilados se introducen de la siguiente manera:

El tiempo vuela, el sol y la luna pasan volando, han pasado 38 años y me jubilaré en un abrir y cerrar de ojos. Quiero dejar la carrera educativa por la que he luchado, por la que me ha conmovido y de la que estoy orgulloso. Se puede decir que tengo un gusto especial en mi corazón. Justo cuando estaba a punto de dejar mi trabajo, tuve tantos pensamientos y se hizo aún más difícil calmarme.

Un poco sentimental y melancólico. Yo era aún más reacio a despedirme de mis compañeros. Tengo demasiadas desganas para todos, palabras interminables y nostalgia. Extraño mi educación.

Estoy jubilado y recordar el pasado me trae un sabor agridulce. Recuerdo cuando comencé a trabajar. Yo tenía entonces 18 años, trabajaba como docente en la escuela primaria, no tenía experiencia y me encontré con muchos problemas y contratiempos. Pero trabajé duro para superar un problema tras otro y logré un éxito tras otro. El podio de tres pies ha estado trabajando duro durante 38 años.

Hay alegrías y tristezas. Después de años de duro trabajo, año tras año de altibajos, me fui en primavera y llegué al otoño. Hay dolor y alegría, hay recompensa y hay recompensa. Estoy muy feliz por esto. Terminé trabajando como maestra de preescolar durante tres años. A lo largo de los años, me he ganado el amor de los niños con mi capacidad de trabajo y cualidades profesionales.

Mi jardín de infancia también es muy famoso y estoy orgulloso de ello. Aquí dejé muchos recuerdos inolvidables y hermosos. Treinta y ocho años después, cuando estaba a punto de dejar mi trabajo, pensé en los compañeros con los que había trabajado.

Creo que la cooperación es el destino. Aprecio este destino y recuerdo los días en que trabajaba con mis colegas. No tengo que decir nada sobre esto. Hablando de esto, en este momento mi estado de ánimo no es ni amargo ni dulce, sino amargo. Lo amargo es algo que todo el mundo echa de menos a regañadientes.

El tiempo pasa volando como una canción, y el tiempo nunca volverá a llegar. Llevaré el aliento de mis colegas, las bendiciones de mis amigos, mi fe, mi dignidad, mi consuelo y mi dulzura hasta la vejez. Por último, deseo sinceramente a mis compañeros que aún no se han jubilado éxito en su trabajo y una vida feliz.