La corrosión en sentido estricto se refiere a la interacción física y química entre el metal y el medio ambiente, que cambia las propiedades del metal y causa daños al metal, al medio ambiente y a su composición.
La corrosión es un cambio químico. Hay muchas formas de corrosión. Por ejemplo, el ácido sulfúrico elimina H y O en el objeto corroído en una proporción de 2:1, debido a que la proporción de H y O en el objeto corroído. La molécula de H2O también es 2:1, por lo que la corrosividad del ácido sulfúrico también se llama deshidratación; otro ejemplo es la corrosión del NaOH, que destruirá la proteína del objeto corroído, produciendo así un efecto corrosivo.
Los tipos de corrosión se pueden dividir en dos categorías: corrosión húmeda y corrosión seca. La corrosión húmeda se refiere a la corrosión del metal en presencia de agua, mientras que la corrosión seca se refiere a la corrosión en gases secos sin la presencia de agua líquida. Dado que la atmósfera generalmente contiene agua y a menudo se procesan diversas soluciones acuosas en la producción química, la corrosión húmeda es la más común, pero no se puede ignorar el daño causado por la corrosión seca durante las operaciones a alta temperatura.