Por la ventanilla derecha del coche vi un pequeño parque. Había un niño pequeño en el parque, de entre un año y medio y dos años, corriendo libremente sobre el césped, mientras su madre lo observaba no muy lejos. El pequeño sonrió feliz, como si acabara de salir de la jaula. Se cayó, se levantó, no dudó, no miró a su madre, simplemente corrió, luego se cayó y se volvió a levantar, sonriendo todo el tiempo, como si nada hubiera pasado.
Cuando los niños, especialmente los más pequeños, caen, no deben considerar la caída como un fracaso, al contrario, la consideran como un proceso de aprendizaje, un logro más o un resultado más. Sienten que deben seguir intentándolo hasta lograrlo. De hecho, la respuesta a la pregunta es que los niños no asociarán "caída" con "fracaso", por lo que no sentirán el sabor del fracaso y no se desanimarán. Quizás todavía piensen que no importa si se caen, pero no tiene sentido si no lo hacen. En otras palabras, inconscientemente se permiten cometer errores para mantenerse motivados.
Me conmovió la perseverancia del pequeño, y también su fuerza para correr. Cada vez que lo intentaba, parecía tan confiado y natural, sin ningún signo de miedo, nerviosismo o desánimo, como si no le importara en absoluto el mundo que lo rodeaba.
Su único objetivo es correr libremente y concentrarse en correr. Su comportamiento es el de un niño en nuestra naturaleza, y mostró su verdadero yo en ese momento. No busca la aprobación de los demás y no le preocupa si alguien está mirando. No le importan las opiniones de otras personas. No parecía pensar que alguien lo vería caer (había otros en el parque además de él y su mamá). Sí, lo que le importa es hacer todo lo posible para completar la tarea o actividad en cuestión: correr, y experimentar la alegría de correr libremente y darlo todo. Me inspiré al ver que esto sucedió y he aplicado con éxito esta inspiración en mi vida y mi trabajo.
Desde entonces, siempre he creído que hay un niño valiente en cada uno de nosotros, un niño que puede correr libremente o un niño que puede jugar con total libertad para mostrarse, sin preocuparse por el mundo exterior. No me importa lo que dirán los demás si me caigo. Creo que mientras vivamos, esa parte valiente de nosotros, ese niño valiente, siempre estará con nosotros. Sólo necesitamos darle una liberación más completa. Sólo necesitamos volver a ponernos en contacto con nuestro niño interior y dejarle correr libre, como el niño del parque.