Stanwyck nació como Ruby Stevens el 16 de julio de 1907, en una familia normal y corriente de Brooklyn, Nueva York. Cuando tenía tres años, un accidente automovilístico se cobró la vida de su madre. El padre alcohólico también se escapó de casa. La pequeña Ruby, que perdió a sus padres, vivió una vida infantil siendo adoptada de una familia a otra. Esta experiencia inestable de depender de los demás gradualmente la hizo frágil, sensible, caprichosa, fuerte, independiente, independiente e intangible. A la edad de 13 años, Ruby abandonó la escuela y trabajó como empacadora en unos grandes almacenes de Brooklyn, trabajando con hilo y papel todo el día. Ruby, que quería bailar, ahorró lo suficiente de su magro salario para pagar las clases de baile. Dos años más tarde, finalmente comenzó su carrera como actriz y se convirtió en bailarina en Ziegfeld Follies.
En 1927, Ruby cambió su nombre por el de Barbara Stanwyck. Debutó en la pantalla en la película muda "Broadway Nights" y abrió una nueva página en su vida.
En 1930, Stanwyck participó en el rodaje de la película "Las lágrimas de las flores". El director de la película, Frank Capra, descubrió su talento y la dejó protagonizar tres películas, entre ellas "La Diosa". Juega al protagonista. Estos roles hicieron que la gente se familiarizara gradualmente con Stanwyck. En la superficie, Stanwyck es una mujer muy pragmática y algo engreída, pero tan pronto como aparece en la pantalla, parece sexy, a la moda y encantadora, y toda su persona está llena de vida. Sus palabras agudas, su comprensión inteligente y su comprensión y comprensión precisas de los guiones la han hecho muy apreciada por los mejores guionistas de diálogos de Hollywood, incluidos Preston Sturges y Billy Wilder.
Tras participar en las películas "La mujer desaparecida" y "Bella dama", Stanwyck ganó su primer Oscar en 1937 por su destacada actuación en "El corazón de una madre". En esta película dirigida por Kim Vidor, Stanwyck audiciona con éxito para ser una madre estoica y abnegada.