La razón por la que no puedo olvidar las "bromas" que hacía cuando era niña es porque mi abuela cargaba a mi hijo en la espalda y repetidamente "extraía" el pasado de mi mente. La abuela tenía casi 70 años cuando estaba embarazada de su bisnieto. En ese momento, mi abuela ya se había agachado. El "muelle" de su cintura parece ser una silla de montar y los niños pueden pisarlo. La abuela solo necesita sostener la mano en el cabestrillo y tirar de ella hacia atrás, sostenerla y luego podrá llevar con seguridad a su bisnieto al campo para criar a los gansos. Más de una vez me quedé quieto y fui testigo de esta foto del viejo y pequeño collie. Por supuesto, escuché las voces de mi abuela y de mis hijos más de una vez, porque reían y reían mientras caían sobre la suave orilla del campo.
La razón por la que solo hablo de la abuela y el cabestrillo es porque estoy orgullosa del amor de las mujeres hakka por sus pantorrillas, y también porque creo que el cabestrillo de la abuela es una extensión del alma de mi madre. El espíritu de la abuela es el néctar de los sentimientos maternos que ha almacenado durante décadas, haciéndolo aún más fragante y rico.
Ahora que soy abuela, mi madre lo lavó, lo secó, lo dobló y lo puso en el fondo de la caja, como si todavía quisiera abrazar a su bisnieto. Sin embargo, creo que todavía lleva a su descendencia en un cabestrillo invisible.
Era sábado y llevé a mi hijo a visitar a su abuela y a mi madre. A la mañana siguiente, mi madre, que tenía más de setenta años, trajo dos tazones de gachas de huevo amarillo para el desayuno de mis hijos y de mí y me dijo: "Estos son los huevos que me compraste la última vez".
"Oh, abuela, ¿por qué no puedes ni comer un huevo?", dijeron los niños, mientras las abuelas simplemente se quedaban atrás y sonreían. Después de terminar la papilla de huevo con lágrimas en los ojos, no pude evitar suspirar: Hijo, el cabestrillo de mi abuela es muy largo. Autor: Agricultor Rural