A María le gustan mucho los animales pequeños. Una mañana, mientras caminaba por el bosque, vio dos pájaros muy débiles sobre la hierba. Los llevó a casa y los metió en una pequeña jaula. Bajo su cuidadoso cuidado, los dos pájaros crecieron bien. Como recompensa, cada mañana le cantaban a María una hermosa canción.
Pero un día algo pasó, el pájaro más grande salió volando de la jaula. Ella pensó que se iría volando, así que lo atrapó. Ella lo agarró con gran entusiasmo. De repente se sintió extraña. Abrió las manos y miró con tristeza al pájaro muerto. ¡Su gran amor mató al pájaro!
Pero un día algo pasó. ¡El pájaro más grande salió volando de la jaula! María pensó que se iba a volar, así que fue a atraparlo. Estaba muy emocionada cuando lo captó. De repente, se sintió un poco extraña. Abrió la palma y encontró al pájaro muerto. Estaba triste. ¡Fue su amor el que mató al pájaro!
Otro pájaro caminaba de un lado a otro en la jaula. Mary podía sentir que el pájaro quería salir. Quiere volar hacia el cielo. María inmediatamente sacó al pájaro de la jaula y lo dejó volar.
Otro pájaro caminaba de un lado a otro en la jaula. Mary lo sintió salir volando de la jaula hacia el cielo. Inmediatamente liberó al pájaro de la jaula y lo dejó volar.
A María le encantaba ver los pájaros volar y cantar alegremente. Cantó la canción más dulce que jamás había escuchado.
La forma más fácil de perder el amor es aferrarse fuerte. La mejor manera de mantener vivo el amor es darle alas.
María miraba con alegría los pájaros volar y cantar. Su canto era el más hermoso que jamás había oído. Cuanto más te aferres al amor, más fácil te resultará perderlo. La forma más fácil de tener amor es darle alas.