La educación especial en los primeros años es efectiva. Los niños con autismo tienen habilidades lingüísticas débiles, habilidades comunicativas deficientes, habilidades lingüísticas insuficientes para comunicarse con los demás y falta de curiosidad, por lo que, naturalmente, no hacen preguntas. La educación especial comienza con mejorar la capacidad de aprendizaje y la capacidad de pensamiento de los niños. La educación especial tiene como objetivo mejorar la capacidad de aprendizaje del niño, mejorando así su lenguaje, comunicación y habilidades sociales, para que pueda integrarse en la sociedad y la vida familiar tanto como sea posible. En segundo lugar, enséñeles habilidades de cuidado personal, habilidades prácticas y habilidades laborales para que les sea posible vivir y trabajar de forma independiente. El tercero es desarrollar las competencias necesarias para el empleo y las actividades de ocio. Según un seguimiento realizado en el extranjero, una investigación sobre niños autistas que ingresan a la edad adulta encontró que alrededor del 50% se convirtieron en adultos que no dependían de otros y encontraron un empleo remunerado; el 10% estaban en buenas condiciones pero aún necesitaban trabajar en ocupaciones protectoras; adecuado para vivir y trabajar de forma independiente.
Las investigaciones han descubierto que el progreso de los niños autistas está estrechamente relacionado con su desarrollo infantil temprano. En particular, los niños que reciben educación especial en los primeros años tienen más posibilidades de desarrollar sus capacidades y alcanzar niveles inimaginables.