El primer pilar: el amor incondicional
El llamado “amor incondicional” es el amor que tienes por tus hijos, sin intercambio, sin intimidaciones, sin amenazas. Siento que mi amor también es condicional. Quizás por enfermedades profesionales, siempre he querido decir, uno es uno, los niños tienen emociones antes de rebelarse contra sí mismos. Mi tono cambió, pero afortunadamente pude reflejarlo a tiempo.
(1) El verdadero amor no requiere intercambio.
Generalmente, la gente da por sentado que el amor de los padres por sus hijos es “amor incondicional”, pero en la vida real, la gente suele poner varias condiciones. Por ejemplo, si un niño quiere un juguete, los padres primero le preguntarán qué puntuación obtuvo en el examen antes de aceptar la solicitud del niño.
Otro ejemplo, algunas asociaciones de padres estipulan que si los niños estudian durante 60 minutos, se les puede recompensar viendo 10 minutos de dibujos animados. Los niños pueden encontrar más interesante ver dibujos animados que estudiar. Las semillas del aprendizaje sin amor se han plantado en los corazones de los niños desde la infancia.
(2) No es necesario ser vivienda.
Amor incondicional sin requisitos, amor sin condiciones adicionales. Especialmente cuando los niños son agraviados afuera, primero pensarán en decírselo a sus padres y luego sentirán la calidez de la familia.
(3) Aceptar las imperfecciones de los niños.
El amor incondicional no es cariño, sino una especie de tolerancia con límites. Los padres no tienen voz, ni normas ni límites sobre cuestiones clave durante los períodos críticos, y sus hijos no tienen sensación de seguridad.
Todos los niños cometen errores, suspenden los exámenes o practican mal. Los padres deben aprender a aceptar las imperfecciones de sus hijos y encontrar sus puntos brillantes, que es la dirección para promover el crecimiento y el progreso de sus hijos.
El segundo pilar: los valores
Los valores determinan qué tan alto puede volar un niño. Cuando una persona tiene sentido de valor, sabrá que es digna de ser amada, su corazón estará lleno de vitalidad, lleno de esperanza para el futuro y tendrá un alto grado de entusiasmo por la vida.
Un niño busca dos cosas a lo largo de su vida, una se llama “sentido de pertenencia” y la otra se llama “sentido de valor”. El sentido de pertenencia significa que una persona debe saber a qué familia pertenece y ser tolerada y aceptada incondicionalmente en el grupo familiar. Un sentido de valor es convertir a los niños en personas con ideales, objetivos y ambiciones.
Cuando una persona se da cuenta de que su vida es valiosa, no se rendirá fácilmente. Deje que sus hijos participen plenamente en la vida familiar, como las tareas del hogar. Cuando sus hijos demuestren su contribución a la familia, exprese sus sentimientos y cultive gradualmente el sentido de valor de sus hijos.
El tercer pilar: una mentalidad de crecimiento permanente
Casi todas las hermosas virtudes que puedes ver están detrás de una mentalidad de crecimiento permanente. Y todas las formas incorrectas de pensar, los hábitos de comportamiento incorrectos y las personalidades incorrectas que ves representan formas fijas de pensar.
Entonces, ¿cómo lograr que los niños adquieran una "mentalidad de crecimiento permanente"? Quizás desee probar los dos métodos siguientes:
(1) Interacción verbal positiva
Establecer el amor incondicional y un sentido de valor es el requisito previo para cultivar la mentalidad de crecimiento permanente de los niños. Como padre, lo más importante es ayudar a tu hijo en lugar de juzgarlo constantemente.
El crecimiento de un niño proviene de diversas interacciones con sus padres. Los padres deben utilizar un lenguaje positivo para comunicarse con sus hijos en lugar de juzgarlos constantemente y etiquetarlos con varias etiquetas negativas.
(2) Presta atención al proceso
Esto es fácil de entender. Los padres no siempre deben centrarse en los resultados y las clasificaciones. Deben aprender a elogiar a sus hijos. Deben elogiar el proceso y la motivación de sus hijos, no los resultados.
Finalmente, me gustaría reiterar los tres pilares de la educación familiar moderna: amor incondicional, sentido de valor y mentalidad de crecimiento permanente.