En el Cementerio de los Mártires, se exhiben hileras de lápidas, y las lápidas representan la lealtad. ¿No están luchando por un mañana mejor y un futuro más rico para su patria?
Al recordar los ocho años de la Guerra Antijaponesa, los revolucionarios no dudaron en sacrificar sus cabezas y su sangre por la causa revolucionaria. En la cruel tortura del imperialismo, sufrieron todo tipo de castigos terribles. En el mordisco del látigo, en las salpicaduras de sangre y en el ardor de la llama, la verdad y la falsedad, la justicia y el mal, la democracia y la autocracia, la naturaleza humana y la bestialidad luchan a muerte. Su espíritu es inmortal y su llama nunca se apaga. Son sagrados; son gloriosos; son irremplazables.
Mirando hacia atrás, los respetables mártires revolucionarios aparecieron frente a nuestros ojos, y las evocadoras historias permanecieron en nuestros oídos. Liu Hulan, Qiu, Fang Zhimin, Dong Cunrui... no todos murieron jóvenes por la causa revolucionaria y los intereses de las masas. ¡Su carácter es admirable, su espíritu es admirable y sus historias son inolvidables!
Los mártires revolucionarios intercambiaron sus vidas por la paz y la felicidad. Sus espíritus son inmortales y nos inspirarán a crear la gloria del mañana. Hoy no tenemos que derramar sangre por la libertad y la liberación como los mártires revolucionarios. ¡Debemos heredar la voluntad de nuestros predecesores y completar sus asuntos pendientes!