Los plásmidos de las bacterias pueden controlar sus variaciones de resistencia a los medicamentos.
El plásmido contiene genes de resistencia, que pueden hacer que la bacteria huésped sea resistente a determinados antibióticos, como ampicilina, cloranfenicol, etc. Diferentes bacterias también pueden contener el mismo plásmido de resistencia. Por ejemplo, el plásmido RP4 existe en Pseudomonas y otras bacterias.