Me encanta la noche de luna, pero también me encanta el cielo estrellado. En el pasado, cuando disfrutaba de la sombra en el jardín de mi ciudad natal en julio y agosto, me gustaba mirar las densas estrellas en el cielo. Mirando las estrellas, me olvidaré de todo, como si volviera a estar en los brazos de mi madre.
El lugar donde viví en Nanjing hace tres años tenía una puerta trasera. Todas las noches, cuando abro la puerta trasera, veo una noche tranquila. Abajo está el huerto, arriba el cielo azul estrellado. La luz de las estrellas es muy pequeña a nuestros ojos, pero nos hace sentir que la luz está en todas partes. En ese momento estaba leyendo algunos libros sobre astronomía y conocía a algunas celebridades, como si fueran mis amigos, y siempre hablaban conmigo.
Ahora en el mar, frente a las estrellas cada noche, las conozco muy bien. Me tumbé en la cubierta y miré al cielo. Hay innumerables estrellas colgando en el cielo azul profundo. El barco se mueve y las estrellas también. ¡Estaban tan bajos que realmente se tambaleaban!
Poco a poco mis ojos se volvieron borrosos y me pareció ver innumerables luciérnagas volando a mi alrededor. La noche en el mar es suave, silenciosa y de ensueño. Miré las muchas estrellas que conocía, me pareció verlas parpadear y me pareció escuchar sus voces.
Susurré y luego lo olvidé todo. En los brazos de las estrellas me quedé dormido con una sonrisa. Ahora me siento como un niño durmiendo en los brazos de mi madre.
Una noche los ingleses que subieron a bordo en Lumbo me mostraron el gigante en el cielo. Señaló: Las cuatro estrellas brillantes son la cabeza, las de abajo son el cuerpo, éstas son las manos, aquéllas son las piernas y los pies, y las tres estrellas son el cinturón. Después de su guía, realmente vi al gigante en el cielo. ¡Mira, el gigante sigue corriendo!