Pero el destino de la propia UE es muy diferente. La creación de una moneda única estuvo sujeta a la ley de las consecuencias no deseadas y al proceso de desintegración que construyó una Europa poderosa. De hecho, esta no es la primera vez que los 27 estados miembros de la UE se unen a la unión monetaria. Hoy tenemos un sistema de dos niveles: 17 estados miembros disfrutan del euro pero los otros 10, en particular el Reino Unido, conservan sus propias monedas.
El resultado es que las decisiones clave de hoy -especialmente las decisiones sobre la escala del cambio del centro a la periferia- las toman los 17 en lugar de los 27. Pero 10 miembros no pertenecientes a la eurozona aún pueden verse responsables de proporcionar fondos sin importar la combinación de rescates, amortizaciones e inyecciones de capital que 17 decidan adoptar. También podrían enfrentar una regulación financiera más estricta o un impuesto a las transacciones financieras, ideas que son más populares en Berlín que en Londres.
Así que la clave hoy, especialmente aquellos miembros no pertenecientes a la zona del euro con 65.438 07, no 27 sino 65.438 00, todavía está sujeta a cualquier combinación de rescates, recortes y recapitalización bancaria. Decisión para proporcionar financiación. También pueden enfrentar regulaciones financieras más estrictas o impuestos a las transacciones financieras, que son más populares en Berlín que en Londres.
Se trata de un desequilibrio insostenible. Si los países de la eurozona están decididos a seguir el camino del federalismo -y no tienen mejor opción- los países fuera de la eurozona enfrentarán una difícil elección: renunciar a la soberanía monetaria o aceptar el papel de ciudadanos de segunda clase dentro de la UE.
Se trata de un desequilibrio insostenible. Si los países de la eurozona están interesados en avanzar hacia el federalismo, no tienen mejor opción. Los países no pertenecientes a la eurozona se enfrentarán a una elección: renunciar a la soberanía monetaria o aceptar el papel de ciudadanos de segunda clase en la UE.
En estas circunstancias, la lógica de que el Reino Unido permanezca en la UE es cada vez menos convincente. La opinión pública británica ha sido durante mucho tiempo profundamente escéptica respecto del euro. Si hubiera un referéndum, como quieren muchos conservadores, los británicos probablemente votarían a favor de abandonar la UE. Según el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, la salida de la UE sólo requiere la aprobación de una mayoría cualificada de los estados miembros de la UE.
En este caso, la lógica de que el Reino Unido permanezca en la UE parece cada vez menos convincente. La opinión pública británica en Europa se ha mostrado profundamente suspicaz. Si fuera un referéndum, como les gustaría a muchos conservadores, los británicos probablemente votarían por la UE. Según el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, los estados miembros de la UE deben obtener la aprobación de un estado miembro calificado de la UE, y esta salida será muy sencilla.