Tu amigo, Mateo
La traducción es muy conmovedora.
Después de completar un informe en una escuela secundaria, me pidieron que visitara a un estudiante especial. Se ha quedado en casa por enfermedad, pero quería verme. Estoy seguro de que es importante para él. En el viaje de nueve millas hasta su casa, pensé en Matthew, un hombre con distrofia muscular. Cuando nació, los médicos dijeron a sus padres que tal vez no llegaría a los cinco años. Más tarde se dijo que no viviría hasta los diez años, y ahora tiene trece. Quería conocerme porque soy campeona de halterofilia y sé cómo derribar barreras y alcanzar tus sueños. Me tomó una hora llegar a la casa de Matthew. Nunca se quejó del "por qué yo". Habla de ganar, tener éxito y vivir tus sueños. Era obvio que sabía lo que iba a decir y no le importaba que sus compañeros se burlaran de él por sus defectos. Simplemente habló sobre sus aspiraciones futuras y esperaba algún día levantar pesas conmigo. Cuando terminamos nuestra conversación, saqué mi primera medalla de oro de mi maleta y se la colgué al cuello. Le dije que, comparado conmigo, él también es un campeón. Sabe mejor cómo triunfar y cómo superar los obstáculos. Miró la medalla de oro por un momento, luego se la quitó y me la devolvió, diciendo: "Tú eres el campeón, ganaste la medalla de oro. Si un día participo en los Juegos Olímpicos y gano mi propia medalla de oro, Te lo mostraré." El verano pasado, recibí una carta de los padres de Matthew diciéndome que Matthew había fallecido. Me entregaron la carta que me había escrito unos días antes: Querido Rick: Mi mamá me dijo que debería escribirte una carta para agradecerte las fotos que me enviaste. Quiero que sepas que los médicos me han informado que solo me quedan unos días. Pero todavía sonrío. Les digo, si un día voy a los Juegos Olímpicos y gano mi medalla de oro, y no puedo, pero sé que soy campeón, Dios lo sabrá. Cuando vaya al cielo, Dios me dará una medalla. Te lo mostraré un día cuando llegues al cielo. Gracias por tu amor por mí.