Ensayo El mundo ante nosotros

Estaba sentada sola en la playa, mirando al frente. ¿Qué está mirando? No es el mar frente a ti, no es el horizonte, no es el cielo despejado. No, ella no vio nada. Estaba sumida en sus pensamientos. Sus ojos han atravesado miles de montañas y su corazón ha estado volando durante cinco mil años. Su ubicación ya no es la ciudad donde vive, y el tranquilo Mar Amarillo ya no está frente a ella. Parecía estar en una isla y un niño anciano apareció frente a ella. El niño vestía ropa extraña, incluso estilos extraños de ropa de lino que nunca había visto en la televisión o en dramas de época. Su color es cercano al amarillo claro y sus mangas están arremangadas. Su peinado era como el de las chicas de hoy, con un moño en la cabeza y algunos mechones largos de cabello bailando a ambos lados con el viento. ¿Qué está haciendo? Parecía tener algo en mente. En ese momento tenía hambre y lo único que podía comer era pescado del mar. Le gusta el pescado no sólo porque está delicioso. Pensó que tal vez algún día todavía podrían ser amigos. Su casa también tiene su casa. Viven en paz y se aprecian mutuamente. Este es un sueño suyo. Pensando, pensando, no pudo evitar sonreír. No más comer pescado como alimento y vestido. Este es su sueño. El mar se movía frente a nosotros, como si hubiera una enorme corriente subterránea escondida en él. El niño se sentó en la roca y suspiró. Estaba de espaldas a la densa jungla. Aunque el verde era espeso, no los vio ni prestó atención al chasquido que hacían. Para sus oídos, este dulce y celestial sonido no existía. Sólo tenía ese hermoso sueño en su corazón. Y ese sueño está muy lejos de él.

Estaba sentada sola en la playa, con nubes blancas flotando sobre su cabeza, como especias blancas en una paleta, chapoteando en el cielo azul. Este color blanco esconde una leve profundidad, como si el algodón que acaba de recoger los melocotones se hubiera contaminado accidentalmente. En la antigüedad, el cielo debía estar impecable. pensó con firmeza. Si es posible, preferiría que la sociedad no fuera tan rápida como un motor, para no poder disfrutar tranquilamente del paisaje al borde de la carretera. Preferiría sentarse tranquilamente sobre las rocas, como los niños de la antigüedad. Un día. Nada que hacer, no te preocupes.

Estaba sentada sola en la playa, con un edificio alto detrás de ella. Estaba sumida en sus pensamientos. El ajetreo detrás de ella no la afectó, como si estuviera en una playa desierta. Una niña apareció frente a ella. La niña seguía temblando delante de sus ojos. Para y sigue, para y sigue. El trasfondo de la niña no es más que ruinas. Estas son las ruinas de una ciudad. Entre las ruinas aún se puede ver el antiguo paisaje de la ciudad. La niña no extrañó su espalda. Caminó lentamente por la orilla. Piensa, observa. En el pasado, ¿qué tipo de vida vivían las personas que vivían en esas ruinas? ¿Están felices? No tienen nada más que lujo. ¿Qué hicieron para que las cosas fueran tan malas? ¿Hay alguien en esta playa que esté pensando en cosas y mirando al mar como yo? ¿Crecieron aquí árboles densos hace mucho tiempo? ¿Los pájaros cantan como las cigarras? ¿Por qué el libro dice que existieron y en realidad estuvieron presentes en esta ciudad? Viven en la vida de las personas. A nadie le sorprende su apariencia porque son muy comunes. Sin embargo, ¿por qué no puedo escuchar nada? Excepto por el sonido del océano.

Estaba sentada sola en la playa. Frente a ella ya había gente feliz nadando en el mar, y su risa despreocupada llegó a sus oídos. Ella se levantó y caminó detrás de ella. Perdido en las concurridas calles.