La abuela está enferma, papá tiene que ir a trabajar y mamá cuida de la abuela. Hoy es viernes. Cuando volví a casa de la escuela, vi a mi madre echando agua caliente en el lavabo. Le pregunté con curiosidad: "Mamá, ¿qué estás haciendo?" Mamá respondió: "Estoy agregando agua para lavarle los pies a tu abuela. Lavarse los pies es bueno para su salud". por un día, ¿verdad? ¿Por qué no le lavo los pies a la abuela? Pensando en esto, grité: ¡Mamá, mamá, le lavaré los pies a la abuela! La abuela sentada junto a la cama escuchó lo que dije, sacudió la cabeza y dijo amablemente: "Buen chico, los pies de la abuela están sucios". Cuando escuché esto, inmediatamente me negué y lloré: "¿Dónde está sucio?". Los pies de la abuela son los más limpios. Los maestros a menudo nos enseñan a ser filiales con nuestros mayores. ¿No es natural para mí lavarte los pies? Después de escuchar lo que dije, la abuela inmediatamente sonrió, me tocó la cabeza y aceptó mi pedido.
Le lavé los pies a mi abuela y quedé muy feliz. No necesito echar agua. Mi madre tenía miedo de que mi hijo derramara el agua accidentalmente. Ya había echado el agua en la palangana y la había llevado a los pies de la abuela. Rápidamente me arremangué, sostuve los pies de mi abuela y con cuidado me quité los calcetines como me dijo mi madre. Al quitarme los calcetines, un par de pies callosos aparecieron de repente frente a mí. ¡Qué par de pies! Después de todas las vicisitudes de la vida, ¿cuánto pagó la abuela para que esta familia tuviera los pies así? Al ver estos pies, de repente me dolieron un poco los ojos. Sostuve los pies de mi abuela como si fueran una preciosa reliquia y los metí suavemente en el agua caliente. Lavé los pies de mi abuela y canté. Mi abuela tarareaba conmigo y mi madre marcaba el ritmo. Esta casa está llena de calidez y felicidad.