Cuando se trata de la escuela, la pobreza te deja a tu suerte. No me atrevo a jugar con los niños de la ciudad y no me atrevo a comer juntos por miedo a que no puedan permitírselo. Otras veces, cuando me expreso, no tengo la confianza para hablar en el escenario o dar clases, y siento que se reirán de mí si participo.
A medida que creces, tus emociones se aliviarán un poco, pero es difícil deshacerte de la falta de confianza subyacente. Cuando conoces a alguien que te gusta, primero verás si tu familia lo vale y te rendirás fácilmente. No hay forma de esforzarse por obtener resultados con la misma confianza que los demás.