La casa de la abuela tiene dos sauces altos de hojas amarillas. Acompañada por el viento otoñal, se balanceaba juguetonamente con las notas y durante un rato fue como una pequeña mariposa con alas doradas, volando ligera hacia la tierra. Al entrar en la cabaña, aparecieron racimos de crisantemos frente a nosotros. Son coloridos, siempre cambiantes, rojos como el fuego, coloridos e inspiradores. En el lado izquierdo de la pequeña habitación, hay dos pilas de grandes palos amarillos, ambos gordos y cuidadosamente dispuestos a la luz del sol. Las plántulas de soja de un metro de altura a la derecha están tomando el sol y las vainas saltan una por una. Cayeron al suelo sojas de distintos tamaños, redondas y doradas, como judías doradas. De vez en cuando, algunos frijoles salían de la vaina y caían al suelo, luego hacían algunas volteretas y vueltas, luciendo traviesos y lindos. Hay varias hileras de pimientos rojos ardientes colgando frente a la casa principal, como equipos de niñas bailando con cornudos y faldas rojas. Todo esto hace que la cabina sea extraordinariamente hermosa. Detrás de la casa principal, manzanas y dátiles cuelgan de las ramas como faroles rojos, informando a la gente sobre esta hermosa estación y celebrando este colorido otoño. Levanté la cabeza y vi el cielo azul bañado por el viento otoñal. En ese momento, un grito vino del cielo. Era un grupo de gansos salvajes formando una forma "humana", batiendo sus alas y volando hacia el sur.
¡El otoño es tan encantador! Si vienes aquí, quedarás profundamente embriagado por este hermoso paisaje. Me encanta este look de granja afrutado y colorido.