Texto:
Es una mañana soleada. Mis padres y yo nos levantamos temprano. Nos pusimos la ropa de gimnasia, empacamos nuestras raquetas de tenis y nos dirigimos directamente a la cancha de tenis cerca de mi casa.
Cuando llegamos a la pista de tenis, sacamos nuestras raquetas y pelotas y empezamos la "clase". Mi padre me enseñó a sacar primero. Vi a mi padre sosteniendo la raqueta en una mano y la pelota en la otra, y lanzando la pelota alto al cielo con la mano izquierda. Golpeé la pelota con fuerza con la mano derecha y la pelota de tenis voló directamente hacia mí. Tan pronto como me agaché, la pelota de tenis voló sobre mi cabeza. ¡Qué hermoso! También intenté servir una vez.
Tomé la pelota y la pesé, solo para darme cuenta de que la pelota de tenis era demasiado pesada y la raqueta casi demasiado pesada para levantarla. Seguí el ejemplo de mi padre y lancé la pelota al cielo. Una docena de veces la pelota cayó al césped. No pude golpear la pelota varias veces.
Mi madre me animó: "¡Inténtalo de nuevo!". No me di por vencido. Seguí el ejemplo de mi padre y lancé la pelota. Si lo golpeo fuerte, se considerará "un gato ciego que se encuentra con un ratón muerto". ¡Estaba tan feliz que le pegué a mi papá inmediatamente! Saqué otra pelota sin éxito. Después de repetidas prácticas, finalmente resolví este problema. Finalmente aprendí a servir.
Entonces mi padre me enseñó a coger la pelota. Pensé que jugar tenis era fácil, pero no esperaba que lo fuera. Mi padre me dio "gentilmente" una pelota y la golpeé. Esta vez todo salió bien, pero no tanto después. Después de repetidos esfuerzos, finalmente aprendí los movimientos básicos de jugar tenis.
Tan pronto como supe esto, me ofrecí a competir con mi padre. Primero, gané un punto precioso y mi padre me alcanzó. Solo jugué más de 20 minutos. Estoy agotado. Pienso en los tenistas que compiten en los Juegos Olímpicos. Han pasado por muchas dificultades para lograr lo que han logrado hoy. Siento profundamente que la fragancia de las flores de ciruelo proviene del frío intenso.
Aunque ha pasado mucho tiempo, todavía lo recuerdo fresco. Siempre me inspiró porque fue entonces cuando entendí que no podía renunciar a nada.