Cuando era niño, mi corazón era tan puro como un trozo de papel blanco. Miré el mundo con ojos extremadamente curiosos y mi cabecita estaba llena de ideas extrañas. Podemos caminar juntos sobre las olas y los campos de trigo, y habrá un aroma de arroz fragante en las ranas, podemos recostarnos cabeza con cabeza sobre la suave hierba por la noche, cuando sopla la brisa vespertina y el agua se desborda, mirando las estrellas titilar; en el cielo, contar y contar y dormir tranquilamente podemos pescar, nadar entre flores y experimentar la diversión de la naturaleza;
La inocencia infantil es algo hermoso, pero es difícil mantenerla. Este es un estado, un estado sin fin. En la antigüedad, había nubes de humo y grullas salvajes. Aunque ahora son viejas, son tan traviesas como los niños traviesos. Hay demasiadas tentaciones y una vida tranquila no es mala. Sin darme cuenta, la sombra de un pájaro pasó ante mis ojos. En la tarde con aroma a té, me senté tranquilamente en un rincón de otoño.
Cada vez que cae la noche, siempre pienso en el principito con una sonrisa en el rostro. Ese niño pequeño con cabello dorado parecido al trigo me hizo sentir como el sonido del viento que sopla entre los campos de trigo. El lindo zorrito dijo que la gente siempre está insatisfecha con su propio lugar y siempre está ocupada buscándolo. Sólo los niños saben lo que buscan. Los adultos siempre son tan extraños. Claramente quieren algo, pero siempre siguen adelante de todos modos. Durante el momento feliz con el pequeño zorro, la risa del principito recorrió mi corazón como una brisa primaveral, y esa noche estrellada iluminó mi vida.
El mundo ha cambiado mucho. Mi rostro ha envejecido y mi mentalidad se ha vuelto más tranquila inconscientemente. "Es claro pero no demoníaco". No importa cuán ocupado esté el mundo, debemos ser tan arrogantes como "participados en nosotros mismos". Experimentamos altibajos, observando en silencio esta gran farsa, y después de tomar un descanso, continuamos pasando por el mundo.
Mi cara es vieja, pero mi inocencia infantil sigue siendo la misma. Después de todo el ajetreo y el bullicio, todavía seguimos siendo quienes somos.