Dos peces viven en el mar. Un día, arrastrados por el agua del mar a una zanja poco profunda, sólo pueden vivir juntos alimentándose mutuamente con la espuma que tienen en la boca. De aquí proviene el dicho de “cuidarnos unos a otros”. Pero esas historias son sólo ficción. La situación real es que el mar siempre se inundará y los dos peces eventualmente regresarán a su propio mundo y eventualmente se olvidarán en los ríos y lagos. Los peces que se pueden olvidar pueden ser los más felices. ¿Y si uno de ellos no puede olvidarse?
Tal vez ocurra lo mismo con las personas y los sentimientos.
A veces, para sobrevivir, cuidar unos de otros es necesario e impotente.
"Cuidarnos unos a otros" puede ser muy conmovedor; pero "olvidarnos unos de otros" es un estado que puede requerir una mentalidad abierta e indiferente.
Poder olvidar y rendirse también es una especie de felicidad.