Los antiguos dominaban una serie de técnicas anticorrosión. Aquí tomamos como ejemplo la anticorrosión de cadáveres para dar una breve introducción. Después de que una persona muere, para proteger el cuerpo de la descomposición, el cuerpo debe ser bañado y cambiado antes de colocarlo en el ataúd. Primero, tienen que bañar sus cuerpos con una sopa aromática preparada de antemano y luego frotar sus cuerpos con vino. Bañar el cuerpo con vino y dormir después de cocinar desempeñará un papel en la desinfección y esterilización.
La pulverización de vino es muy propicia para acelerar el consumo de oxígeno en el ataúd tras el sellado, estableciendo así condiciones de hipoxia. Este enfoque puede inhibir el crecimiento y la reproducción masiva de bacterias dentro de un cierto período de tiempo, ralentizar o detener el proceso de descomposición inicial del cadáver, evitando así que el cadáver se descomponga y preservando el cadáver.
Poner algunas especias de chile en el ataúd también es un buen método antiséptico. Las especias refrescan el aire y le dan al cuerpo un aroma encantador. Al mismo tiempo, el chile en sí también puede desempeñar un papel antiséptico y esterilizante. El olor a pimienta y especias es muy volátil y un ataúd lleno de este olor puede inhibir la actividad de los microorganismos en el ataúd. Además de estos métodos, también existen algunas técnicas antisépticas ingeniosas, y la arqueología ha demostrado que los antiguos eran muy sabios. Los mismos principios se aplican a la protección de otras reliquias culturales.