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El fenómeno de magnetorresistencia gigante, GMI, se refiere al enorme cambio de magnetorresistencia producido por imanes metálicos bajo un campo magnético de CC. En los experimentos, generalmente se utiliza el método de los cuatro puntos para medir la magnetorresistencia. La corriente fluye a través del imán mientras se mide el voltaje a través de él para obtener la reluctancia. Contiene dos partes: parte real y parte imaginaria.

Su origen está relacionado con el clásico efecto piel electromagnético. Cuando una corriente de alta frecuencia fluye a través de un conductor largo, queda confinada a una capa delgada en la superficie. Según la teoría clásica, esta profundidad de penetración es inversamente proporcional a la conductividad, la permeabilidad magnética y la frecuencia de la corriente del conductor. Por lo tanto, una conductividad y permeabilidad grandes producen profundidades de penetración pequeñas. Este efecto cutáneo se ha estudiado tradicionalmente utilizando conductores metálicos con alta conductividad eléctrica. El cobre, el oro y la plata muestran efectos cutáneos evidentes.

Aunque se descubrieron hace mucho tiempo, no fue hasta la década de 1990 cuando los materiales magnéticos con alta conductividad eléctrica se estudiaron exhaustivamente desde una perspectiva más amplia. La permeabilidad magnética de estos materiales puede modularse mediante un campo magnético de CC, que cambia la profundidad del efecto piel. Por tanto, la magnetorresistencia de estos materiales está determinada por el campo magnético externo de CC. Para observar el fenómeno de la magnetorresistencia gigante, es necesario encontrar un material con una gran permeabilidad magnética que pueda ser modulado por un campo magnético externo de CC. En resumen, se espera que se observe una magnetorresistencia gigante en materiales magnéticos ultrablandos con mayor conductividad eléctrica. Al mismo tiempo, su espesor debe ser similar a los cambios de profundidad provocados por el efecto piel.