En 1995, cuando estábamos en la estación del aeropuerto, me prestaste esa mochila, pero no quise devolvértela. Estaba llena de recuerdos, adversidades y patrones dejados por el roce. Ni siquiera ahora está roto, pero se ha vuelto mío. La otra mitad de mi cuerpo vale mucho dinero. Ya está familiarizado con mi sudor. Es el anillo que llevo en el hombro. Años. Lo acompaño al trabajo todos los días. Si me lo prestas, te lo guardaré. Todos mis amigos dicen que parece muy viejo. Es una pena que no tenga nada que ver contigo. Tu mochila me hace caminar tan lentamente que un día se pudrirá conmigo. Tu mochila es un juicio pesado para mí. ¿Por qué no me la devuelves? se pudrirá conmigo. Tu mochila es un castigo pesado para mí. ¿Por qué no devuelves las cosas prestadas?