Hay una frase en "La edad de oro" de Wang Xiaobo que nunca olvidaré. Ese día tenía veintiún años. En la época dorada de mi vida, tenía muchas esperanzas extravagantes. Quería amar, quería comer y quería convertirme en nubes medio oscuras en el cielo en un instante. Más tarde me di cuenta de que la vida es un proceso lento de ser golpeado a medida que la gente envejece día a día. Las esperanzas desaparecen día a día, y finalmente se vuelven. Debe ser como un toro al que han machacado. Pero no lo preví cuando celebré mi vigésimo primer cumpleaños. Siento que siempre seré fuerte y nada podrá vencerme.