La historia es una cosa objetiva y no puede ser cambiada por el poder humano, pero la historia política es una especie de derecho y está gobernada por personas.
Sólo la política que se adapta al desarrollo histórico puede sobrevivir, de lo contrario provocará su propia destrucción.
Ciertos antecedentes históricos, condiciones históricas, tradiciones históricas o hábitos históricos crearán una determinada forma política. Por ejemplo, los dos mil años de gobierno feudal de China dieron como resultado un alto grado de centralización.