Cada noche, el jabalí siempre vigila a las cerdas porque tiene miedo de que el dueño las saque y las mate mientras duermen. A medida que pasaban los días, las cerdas engordaban cada vez más y los verracos adelgazaban cada vez más.
Un día, el jabalí escuchó de repente que el dueño estaba discutiendo con el carnicero para matar y vender a la cerda en crecimiento. El jabalí estaba extremadamente triste, por lo que a partir de ese día, el temperamento del jabalí cambió drásticamente. Cada vez que el dueño trae comida, el jabalí siempre la agarrará y se la comerá toda de un bocado. Después de comer cada día, se acostaba a dormir y le decía a la cerda que ahora estaría de guardia. Si la encontraba sin hacer guardia, nunca más le prestaría atención. A medida que pasaban los días, la cerda sentía que el jabalí se preocupaba cada vez menos por ella. La cerda quedó decepcionada, pero el jabalí vivió una vida feliz como si nada hubiera pasado.
Pasó rápidamente un mes y el dueño llevó al carnicero a la pocilga. Descubrió que hace un mes, la cerda gorda y fuerte había perdido peso, quedando muy poca carne, mientras que el verraco estaba brillante y lustroso. En ese momento, el jabalí corrió desesperado para llamar la atención del dueño, indicando que era un cerdo sano.
Finalmente, el carnicero se llevó a rastras al jabalí. En el momento en que salió del chiquero, el jabalí sonrió y le dijo a la cerda, no comas tanto en el futuro. La cerda estaba tan triste que salió corriendo desesperada, pero el dueño cerró la puerta del recinto y apartó la cerca. La cerda miró al jabalí lloroso.
Esa noche, la cerda miró a su dueño y felizmente comió carne de cerdo. La cerda yacía tristemente donde dormía el jabalí todos los días. De repente, encontró una línea de palabras en la pared: "¡Si el amor no se puede expresar con palabras, estoy dispuesta a usar mi vida para demostrarlo"! Cuando la cerda vio esta línea de palabras, ¡se le rompió el corazón! ! !