Apreciación de la prosa de la abuela de Guizhou

Mamá tenía una moneda vieja con el patrón borroso. Mamá lo cosió en la almohada. Una vez me dolía la cabeza, así que sacó las monedas, las sumergió en vino para cocinar y las frotó en mi cabeza una y otra vez hasta que se puso roja. Mi madre dijo que su abuela le dio esta moneda cuando regresó de Guizhou.

Mi madre decía que la abuela todavía estaba preocupada por ella a su edad. Una vez la abuela le dijo que no se casara aquí, diciendo que estaba demasiado lejos, que el lugar no era bueno, que la casa no era buena y que a su padre le dolerían las manos. Dijo mamá, acariciando la moneda, con los ojos húmedos.

Una vez soñé que mi madre y mi abuela estaban charlando mucho tiempo bajo un gran árbol y no querían ni comer.

La casa de la abuela está en las montañas de Guizhou. Es vasto y gris, con la mayoría de las montañas cubiertas de árboles frutales. Hay melocotoneros en los lados izquierdo y derecho de la casa, y hay grandes campos de maíz delante y detrás de la casa. Cuando sopla el viento, el maizal levanta olas y las pequeñas avispas baten sus alas zumbando.

Al vivir en la montaña, caminar es muy agotador. A menudo llevo vacas a pastar. Los caminos allí son llenos de baches y sinuosos, y pueden caerse si no tienen cuidado.

La abuela tiene un par de ojos brillantes, un rostro amable y uñas ásperas y arrugadas. Le gusta golpear con el puño en la palma de la otra mano. Era muy atrevida en lo que hacía y siempre se la podía ver arremangándose y cortando leña con un hacha. Cuando la abuela está cansada, deja lo que está haciendo y va a alimentar a los caballos. La abuela tiene la costumbre de tararear una melodía cuando hace las cosas. No los entiendo, por eso creo que son feos. A veces ella decía algo que yo no podía entender en absoluto y se reía de mí de vez en cuando.

Una vez acompañé a mi abuela al otro lado de la montaña a recoger melocotones. En el camino, vi un gran río, al lado había una gran montaña y había un ciruelo amargo junto al río. Quiero ir allí. Mi abuela dijo que no vayas allí, que tampoco sabes nadar. Allí se ahogó mucha gente.

La abuela me tocó la cabeza mientras hablaba y me llevó al Taolin. Al poco tiempo también vino mi prima. Llevaba la canasta de bambú hecha por su abuelo y su cabecita era como un repollo. No pude evitar reírme mientras lo veía. Se dio vuelta y dijo algo que no entendí y no fingí entender. El melocotonero no es alto, pero sí muy grande. Estábamos felices de comer y recoger sobre la marcha.

En casa, el abuelo cocinaba fideos y los mezclaba con tomates picados, cebollas y rebozado; a la cocina de Guizhou le gusta cocinarlos. El abuelo me miró con ojos amables. Al ver que estaba comiendo con gusto, me acarició la cabeza y dijo: "Come más cuando esté delicioso". ——Siento que a la gente de Guizhou le gusta tocarse la cabeza. No estoy acostumbrado y me siento incómodo.

Ahora hace dos o tres años que no voy a casa de mi abuela y ¡tengo muchas ganas de ir!

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