Es originaria de América tropical y se cultiva ampliamente en la cuenca del río Yangtze en China. Le gusta la luz, es resistente a la esterilidad y tiene una gran adaptabilidad. Tiene una fuerte resistencia a gases nocivos como el humo, el dióxido de azufre, el cloro y el fluoruro de hidrógeno, lo que lo convierte en una excelente especie de árbol para la protección del medio ambiente.
Las hojas, flores, árboles y corteza de la adelfa son venenosas y no pueden ser consumidas por humanos ni animales. Pero su valor económico es alto: sus tallos y corteza son ricos en fibra y son materia prima para mezclar el aceite lubricante que se puede extraer de las semillas;