Lo que más me impresionó de este libro no fue lo hermoso que era su estilo de escritura o lo hermoso que era su lenguaje, sino el prefacio del libro, que es el propósito de escribir. El prefacio 1 se divide en cinco cuentos: “Afortunadamente no fue una sandía la que cayó”, “Altibajos, cada uno está en su lugar”, “Corazón pequeño, mundo grande”, “Aprendiendo sabiduría de los contratiempos”. Estos cinco cuentos cuentan todo tipo de niños y todo tipo de cosas que encuentran. Entre ellos, "Pequeño corazón, gran mundo" es el que más me impresionó. Esta historia cuenta principalmente que los niños extranjeros tienen muchos deseos y metas cuando nacen. Sin embargo, los niños chinos son muy conservadores y no tienen ambiciones propias, lo que permite que sus padres los critiquen.
Lin Qingxuan comentó sobre este asunto así: Comprender la felicidad es más importante que comprender el mundo; cuidar de uno mismo es mucho más urgente que la perspectiva internacional. Esta historia nos dice que sólo cuando todos sean jóvenes podrán establecer sus ambiciones y trabajar duro en esta dirección. Cuando crezcan, obtendrán algo y serán recompensados.
Esta historia me recuerda una noticia escrita en el periódico hace unos días: una encuesta muestra que los niños que establecen sus ambiciones desde la infancia tienen un 75% de posibilidades de realizar sus deseos cuando crezcan, y incluso un 65,438% de posibilidades Hay un 00% de posibilidades de ser ascendido, tener un puesto más alto y ser reutilizado, mientras que aquellos niños que no han establecido sus ambiciones desde la infancia tienen solo un 50% de posibilidades de éxito. Esta noticia también nos dice una verdad: "Cada uno puede determinar sus propias ambiciones cuando es joven y trabajar duro en esa dirección. Cuando sea mayor, obtendrá algo y será recompensado".
En nuestra vida plantearse una ambición parece sencillo, pero siempre es difícil de conseguir. De hecho, es sólo porque nos falta un corazón firme.