Segundo, falso dilema. Por ejemplo, si no educas bien a tus hijos, tendrás que vender pescado en el mercado húmedo por el resto de tu vida. Ésta es una suposición preconcebida. Sólo hay dos opciones: ir a la escuela o vender. Hay otras opciones, como trabajar como limpiador, y su argumento presenta un pseudodilema.
En tercer lugar, la falacia del origen. Por ejemplo, Arquímedes descubrió el principio de flotabilidad mientras se bañaba. La filosofía occidental no pertenece a nuestros antepasados. Estas son falacias de origen. Porque la verdad de una teoría no tiene nada que ver con sus orígenes.
En cuarto lugar, apelar a la autoridad. Por ejemplo, un profesor de la Universidad de Yanshan anuló la teoría de la relatividad. ¿Se puede revertir la teoría de la relatividad? Que se anule o no no tiene nada que ver con la autoría. Mientras se verifique mediante estricta lógica y experimentos, no tiene nada que ver con la identidad.
En quinto lugar, apelar al público, por ejemplo, no se puede duchar después del confinamiento. Todo el mundo ha estado diciendo esto durante miles de años y debe ser cierto. Ya sea que lo que todos piensan sea cierto o falso, hay que preguntarse por qué. Porque muchas veces las personas no son la encarnación de la verdad y muchas veces siguen siendo representantes de la ignorancia.
En sexto lugar, la apelación a los motivos, que es la llamada línea principal. Por ejemplo, ese blogger habla todos los días de pensamientos occidentales pero no de pensamientos orientales. Debe ser un lacayo enviado por Occidente. Se comete el error de adivinar los motivos. Sólo podemos criticar basándonos en opiniones y hechos, y no hay duda de la motivación. En cuanto al motivo, es un error lógico.