Tras jubilarse, comenzó a trabajar como voluntaria para ayudar a personas mayores. Su padre es mayor y no puede ver su pasado, lo que la entristece porque a él siempre le ha gustado leer. Pensó que sería divertido leerles a los ancianos de la comunidad. También ayudó a una mujer a escribir su historia. Ann tiene casi 100 años. Visitó a Helen mientras escribía sobre su vida. Ella tomó la información y la publicó en un libro. Ann está muy emocionada de compartir su vida con sus hijos y nietos.
Después de que un huracán devastara ciudades en el sur, Helen se ofreció como voluntaria en la Cruz Roja Estadounidense. Prepara comida y contesta teléfonos en el centro de salud. Dijo: "Siempre me ha gustado la Cruz Roja porque ayuda a las personas necesitadas".
Un día, Helen vio en el periódico que los refugiados necesitaban aprender inglés. Ahora conoce a Sahara, una mujer somalí de 38 años, una vez por semana. Sahara vive y trabaja a unos 30 minutos a pie de la residencia de Helen. Trabajan las habilidades de lectura y escritura. Helen le dio a Sahara una cámara y le pidió que tomara fotografías de su vida diaria. Tomó fotografías y les preguntó sobre el Sahara. Al final, escribieron un libro junto con las fotografías del libro. Esto ayuda a Sahara a aprender muchas palabras nuevas en la vida diaria.
Helen dijo: "El trabajo voluntario más gratificante es el de las personas que se hacen amigos y me ayudan. Ellos enriquecen mi vida y yo enriquezco la de ellos".